Que ganas de verte.

Que ganas de mirarte a los ojos. De perderme en lo profundo de ellos y dar mil vueltas hasta caer en lo infinito de esa belleza misteriosa que ocultan. Porque son dos portales que me llevan a otro mundo, a tu mundo personal, que no me importa si está lleno de locuras, es tu mundo y eso lo hace importante.

Que ganas de acariciarte ese pelo negro y lacio que me provoca escalofríos y me eriza los pelos. Tan suave, tan fresco, tan vos. Y poder peinarlo a mi gusto aunque para vos se vea ridículo, pero te hace el chico más tierno de la existencia. 

Que ganas de abrazarte, de rodearte con mis brazos y sentir el calor de tu cuerpo que me protege de cualquier cosa. De sentirme segura en vos, y que todo desaparezca. Que no exista nada más que tu abrazo y llegar al punto de querer morir y permanecer siempre en él.

Que ganas de besarte, de morderte suavemente y con pasión esos labios inquietos que llevan mi marca. De sentir el tacto de nuestras bocas, de escuchar el choque de nuestros dientes, de saborearte. De cerrar mis ojos y sentir que no hay mundo, que solo vos componés mi mundo. Sentir esos fuegos artificiales, que si dejo de besarte se termina todo lo que existe. Sentirme parte de vos, pertenecerte. 

Que ganas de que no exista más el orgullo.