Que placer verte otra vez.

No podía creer lo que mis ojos veían. ¿Era cierto esa situación o mi mente estaba jugando a engañarme? Debo admitir que mi inconsciente me hizo varias malas pasadas ya. Para empezar casi todas las noches soñaba con ella, y cuando me despertada (por mala suerte) creía que lo que soñé fue real. Es raro, porque lo sentía como si en serio estuviera pasando, su pelo, su aroma, su sonrisa tímida, su mirada... Todo parecía tan verosímil. Pero esto era especial, yo sabía que estaba pasando, ésa era ella. 

¿Cómo podía reaccionar? Si iba y la besaba tal y como quería iba a ser muy extraño de mi parte hacia ella, si la abrazaba iba a quedar muy... fraternal, y si la saludaba como si nada estaba seguro de que rompería su corazón, y eso no me lo permitiría. Finalmente decidí algo muy estúpido, considerando que el tiempo no paraba y que estaba desperdiciando demasiado sin ella a mi lado. Me quede observándola a lo lejos, caracterizando cada parte de su cuerpo, y analizando cada detalle de su ser. Estaba distinta, se notaba a plena vista. Por lo menos para mí, que no la veía hacía como dos años y medio. Estaba alta, su cuerpo estaba mucho más desarrollado que la última vez, su flequillo de niña había desaparecido y ahora tenía un pelo largo y lacio sin ningún corte especial; tenía una imagen de alguien maduro, como si hubiera pasado por muchas cosas dificiles. Pero detrás de toda esa capa de cambios seguía siendo la misma de la que me enamoré, de eso estaba seguro. 

Así que despues de todo ese tiempo prácticamente tirado a la basura, decidí ir y enfrentarla. No sabía como lo haría ni cómo sería su reacción, dejaría que el destino y mis impulsos hagan su trabajo. Me fuí acercando de a poco, como con miedo, y antes de que pudiera si quiera pestañar, sentí como me rodeaba entre sus brazos y pegaba su cabeza en mi pecho. Sentí gran alivio al encontrarme allí, con ella cuidándome de cualquier situación. Y desde ese momento todo iba a ser distinto, se sentía en el aire. 

Cuando chocaron nuestras bocas todo cambió, las noches solitarias, las lágrimas, la melancolía, el extrañarla, la tristeza, y todo lo malo que ocurrió durante el tiempo que estuvimos separados, desapareció. No importaba nada ya, ambos sabíamos que no iban a ver más distancias ni más rencores ni más separaciones, ese era el comienzo de nuestra historia, la cual venimos construyendo desde niños.