Día a día aprendiendo a ser

Ella sólo fue para olvidarse de su pasado con un poco de música para bailar. Se vistió como nunca y eso le permitió irradiar una luz impactante que se podía ver a metros de distancia. Nada iba a impedir que esa noche fuera especial, ni siquiera un par de amigas que no la notaban o un trencito continuo sin sentido.
Él fue porque no tenía otros planes. En realidad sí, pero algo decidió que no los cumpliera. Tenía la idea fija de ir a acompañar a su amigo, nada más. Y así fué, hasta que se presentó una imagen que lo dejó atónito. No podía dejar de verla, era perfecta. 
Cada tantos segundos sus mirabas se encontraban frente a frente, pero la de él jamás dejaba de posar sobre la cara de ella. Pasaron un par de momentos efímeros hasta que llegó el indicado, en el que ambos se conocerían o por lo menos intercambiarían palabras. La incomodidad se sentía, hasta que ella decidió encararlo y llevarlo a bailar. ¿Quién hubiera pensado que estar cerca de su cuello y sentir su perfume por unos instantes la hubiera hecho recordar a ese pasado que intentaba olvidar, pero que al mismo tiempo se sentía tan cálido y placentero?
Su conversación absurda no significó nada cuando se miraron como si se conocieran desde siempre y chocaron suavemente sus labios. En ese momento no existió nada, no estaban en ningún lugar... Eran ellos dos. 
Para dolor de ambos, era la hora de irse. Pero eso no acabó, cada uno reiteraba su momento tan especial en el pensamiento. Y así lograron que su encuentro dure toda la noche.